SANTA ROSA DE LIMA.
Por Juan María Gallardo.
Fiesta: 23 de agosto.
El Papa Clemente X, en la Bula de canonización de Santa Rosa, decía: «A la ciudad de los Reyes, como se suele llamar a Lima, no le podía faltar su estrella propia que guiara hacia Cristo, Señor y Rey de Reyes». Esta guía sería ella, la gran protagonista de esta encantadora historia.
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Rosa siempre quiso encerrarse en un monasterio o ir por el mundo predicando el Evangelio, pero no era esta la voluntad de Dios y la acató muy gustosa. Por ello solía decir: «Lo que daría yo por anunciar el Evangelio. Iría a través de las ciudades predicando penitencia con los pies descalzos, el crucifijo en la mano y el cuerpo cubierto de un cilicio espantoso. Caminaría durante la noche gritando: «Abandonad vuestras iniquidades. ¿Hasta cuándo seréis como rebaños atolondrados? Huid de los eternos castigos: pensad que sólo hay un instante entre la vida y el infierno».
Su padre, Gaspar Flores, y su madre, María de Oliva, son bendecidos por el Señor en un veinte de abril con esta hija que iba a darles tanta gloria, no solamente a ellos, sino a toda la nación del Perú y aun a toda la Iglesia. Eran buenos pero nada de sobresalir de los demás ni por sus riquezas ni santidad de vida.
SANTA ROSA DE LIMA.