El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, pidió que «matemos el dolor, no matemos al enfermo», al afirmar que «a nadie le está permitido matar a nadie, ni siquiera por la compasión de suprimir el dolor«, en su carta pastoral, publicada el jueves 5 de marzo, sobre el lamentable proyecto de ley de eutanasia y suicidio asistido que avanza en España. Exhortó a aplicar cuidados paliativos en los que «con la ayuda de la ciencia, hoy es posible mitigar e incluso eliminar del todo el dolor sin necesidad de eliminar la vida de la persona».
El prelado afirmó que estamos «ante un nuevo ataque a la dignidad de la persona, ante una nueva actuación de la cultura de la muerte, como señalaba san Juan Pablo II: ‘estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la cultura de la muerte y la cultura de la vida. Tenemos la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida’ (EV 28)». «La atención al enfermo, por muy extrema que sea su situación y por muy altos que sean sus dolores, debe de estar inspirada por el amor a la persona, por el respeto a su dignidad humana, por el amor a la vida en toda circunstancia, y especialmente cuando esa vida es débil y vulnerable», indicó el obispo de España al hablar de la eutanasia.
Insistió que debemos matar «el dolor, pero respetemos la persona, respetemos la vida, porque la vida es un don de Dios y nadie puede disponer de la vida ni en su comienzo ni en su final». «Más que una ley de eutanasia hay que poner en marcha una línea de investigación y un objetivo de llegar a todos los que necesiten tales cuidados paliativos, y que nadie se vea privado de tales medios y de la atención personalizada, cuando le llega la necesidad. Por otra parte, no se trata de prolongar la vida indefinidamente y a toda costa», explicó. «Los que están en torno al enfermo deben ser un signo de esa ternura de Dios para con sus hijos más débiles», reflexionó Fernández.
Carta pastoral: Matemos el dolor, no matemos al enfermo.