Nuncio Adamczyk preside tradicional procesión náutica en Mar del Plata

El nuncio en Argentina, Miroslaw Adamczyk, presidió la tradicional procesión náutica, al participar de la fiesta de San Salvador, patrono de los pescadores. Adamczyk y el obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, dieron inicio a la tradicional procesión, en donde la imagen del santo fue acompañada por cientos de fieles que recorrieron a pie la calle Magallanes e hicieron una parada en la Prefectura Naval Argentina.

Nuncio Adamczyk preside tradicional
Foto: El Marplatense.

El nuncio en Argentina, Miroslaw Adamczyk, preside la tradicional procesión náutica, al participar de la fiesta de San Salvador, patrono de los pescadores, que fue organizada por la Sociedad de Patrones Pescadores; en conjunto con la comisión de Festejos de San Salvador y la parroquia Sagrada Familia y San Luis Orione, el domingo 29 de enero, tras concluir su visita pastoral a la diócesis de Mar del Plata.

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Adamczyk y el obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, dieron inicio a la tradicional procesión, en donde la imagen del santo fue acompañada por cientos de fieles que recorrieron a pie la calle Magallanes e hicieron una parada en la Prefectura Naval Argentina. Allí, el prelado bendijo a la institución y rezó por el personal que custodia el mar y cuida a los pescadores, y además depositó una ofrenda floral en el monumento al pescador para recordar a los fallecidos durante su labor en el mar. A bordo del buque Don Mario, San Salvador recorrió las aguas. «La gente de Mar del Plata vive al lado del mar; al lado del océano, vive del mar», indicó el nuncio Adamczyk, quien preside la tradicional procesión al dirigirse a la comunidad pesquera.

«El mar con su profundidad nos invita naturalmente a descubrir la profundidad de nuestra alma y de nuestra vida. En las páginas del Evangelio, muchas veces encontramos a Jesús y a sus discípulos en el mar de Galilea. Los apóstoles fueron pescadores, gente que vivía del mar. El mar se ha convertido en un particular lugar de encuentro del ser humano con Dios», sostuvo. «El mar nos permite descubrir la potencia de Dios y nos hace reconocer nuestros límites. Para conservar nuestra propia identidad y fe, para mantener vínculos familiares, para no ceder a la debilidad, debemos ser hombres y mujeres de oración», reflexionó.

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