LA SINODALIDAD APLICADA AL ÁMBITO DE LA FORMACIÓN PERMANENTE DEL PRESBÍTERO (1).

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Necesidad de escuchar activamente a todo el Pueblo de Dios

El Santo Padre nos decía en su discurso de inicio del proceso sinodal el pasado 9 de octubre de 2021: «Si hablamos de una Iglesia sinodal no podemos contentarnos con la forma, sino que necesitamos la sustancia, los instrumentos y las estructuras que favorezcan el diálogo y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos».

El Papa Francisco, haciendo alusión al Concilio Vaticano II, precisaba que «la comunión expresa la naturaleza misma de la Iglesia y, al mismo tiempo, afirmó que la Iglesia ha recibido ‘la misión de anunciar el reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la tierra el germen y el principio de ese reino’ (Lumen gentium, 5). La Iglesia, por medio de esas dos palabras, contempla e imita la vida de la Santísima Trinidad, misterio de comunión ad intra y fuente de misión ad extra. Después de un tiempo de reflexiones doctrinales, teológicas y pastorales que caracterizaron la recepción del Vaticano II, san Pablo VI quiso condensar precisamente en estas dos palabras —comunión y misión— ‘las líneas maestras, enunciadas por el Concilio’. Conmemorando la apertura, afirmó en efecto que las líneas generales habían sido ‘la comunión, es decir, la cohesión y la plenitud interior, en la gracia, la verdad y la colaboración […], y la misión, que es el compromiso apostólico hacia el mundo contemporáneo’ —Ángelus, 11 octubre 1970—, que no es proselitismo».

El Santo Padre en este mismo discurso, después de hablar de ‘comunión’ y ‘misión’ citando a san Pablo VI, seguidamente, hizo referencia a san Juan Pablo II, para presentarnos el término ‘participación’. Y conjugando de una manera muy clara las tres palabras claves el Papa Francisco nos dice lo siguiente: «Si no se cultiva una praxis eclesial que exprese la sinodalidad de manera concreta a cada paso del camino y del obrar, promoviendo la implicación real de todos y cada uno, la comunión y la misión corren el peligro de quedarse como términos un poco abstractos».

Iglesia comunión y de la escucha para la formación permanente

En una Iglesia que es misterio de ‘comunión’, es ella misma, es decir, «toda la Iglesia particular la que, bajo la guía del Obispo, tiene la responsabilidad de estimular y cuidar de diversos modos la formación permanente de los sacerdotes» (Pastore Dabo Vobis, 78). En esta frase podemos ver que es necesario que toda la Iglesia se involucre en una activa participación en esta materia tan delicada que es la formación a lo largo de las distintas etapas de la vida del presbítero. Es importantísimo poder escuchar activamente a todo el Pueblo de Dios en este ámbito. Lo exige el hecho de transformarnos en una Iglesia de la escucha, sinodal y cercana. Necesitamos la sustancia, los instrumentos y las estructuras que favorezcan el diálogo y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos. ¿No sería éste un hermoso programa poder llevarlo al ámbito de la formación permanente de los sacerdotes? Pastore Dabo Vobis número 78 nos da una clave: «Precisamente la ‘participación’ de vida entre el presbítero y la comunidad, si se ordena y lleva a cabo con sabiduría, supone una aportación fundamental a la formación permanente, que no se puede reducir a un episodio o iniciativa aislada, sino que comprende todo el ministerio y vida del presbítero».

Y ahora nos podríamos preguntar: ¿Cómo fomentamos esta participación de vida entre el presbítero y la comunidad? ¿cómo se ordena y se lleva a cabo con sabiduría? Sin duda, empezando por el diálogo, la escucha y la interacción en el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos. Esto será definitivamente una aportación fundamental a la formación permanente.

El padre Alejandro Antonio Zelaya es licenciado en Psicología y miembro del Equipo de Formación Permanente del Clero de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

LA SINODALIDAD APLICADA AL ÁMBITO DE LA FORMACIÓN PERMANENTE DEL PRESBÍTERO (1).

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