Francisco: «Con el diablo nunca se dialoga»

El Papa pidió "ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo". Recordó que "la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal".

Francisco Con el diablo nunca se dialoga
Foto: YouTube Vatican News.

Francisco reiteró que «con el diablo nunca se dialoga, no hay diálogo posible, solamente la Palabra de Dios», al pedir estar preparados para defenderse de este y estar atentos a la presencia del demonio, dado que «está interesado en nuestra condena eterna», en el rezo desde el balcón del Palacio Apostólico para el rezo del Ángelus, el domingo 21 de febrero.

«Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo», sostuvo el Pontífice, tras sobre el pasaje del Evangelio dominical que relata las tentaciones de Jesús en el desierto. Recordó que «la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal». «Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones», explicó.

Indicó que «en las tentaciones Jesús nunca dialoga con el diablo, nunca, en su vida, Jesús nunca ha dialogado con el diablo, nunca», sino que más bien «lo ahuyenta de los endemoniados». «En el desierto parece que hay un dialogo, Jesús responde, pero no responde con sus palabras, sino con la Palabra de Dios, con tres pasajes de las Escrituras», insistió el Papa, por lo pidió jamás entrar en diálogo con el diablo porque que «cuando se acerca el seductor» aparece «la tentación es dialogar con él, como lo hizo Eva». Sostuvo que en esta Cuaresma «estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones». Alertó que «el enemigo está allí, agachado, estén atentos».

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