EL SACRAMENTO DEL ORDEN (2DA PARTE).
Por Juan María Gallardo.
La ordenación episcopal, plenitud del sacramento del Orden
Entre los ministerios, el primer lugar lo ocupa
– el de los obispos que,
– a través de una sucesión se remonta hasta el principio y
– son los transmisores de la semilla apostólica.
Presentación de Sacramento del Orden (2da parte)
Los Apóstoles comunicaron a sus colaboradores,
– mediante la imposición de las manos,
– este don espiritual en la consagración episcopal.
Por la consagración episcopal
– se recibe la plenitud del sacramento del Orden:
– cumbre del ministerio sagrado.
Por la imposición de las manos y por las palabras de la consagración
– se confiere la gracia del Espíritu Santo y
– queda marcado con el carácter sagrado:
– verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores.
En virtud de la consagración episcopal
– queda constituido miembro del Colegio episcopal.
El carácter y la naturaleza colegial
– del orden episcopal se manifiestan, entre otras cosas,
– en la participación de varios obispos en la ordenación.
Para la ordenación de un obispo se requiere
– intervención especial del papa.
Cada obispo tiene,
– con todos sus hermanos en el episcopado
– la solicitud de todas las Iglesias.
Todo lo que se ha dicho explica por qué
– la Eucaristía celebrada por el obispo
– tiene una significación muy especial
– como expresión de la Iglesia
– reunida en torno al altar
– bajo la presidencia
– de quien representa visiblemente a Cristo.
La ordenación de los presbíteros – cooperadores de los obispos
Enseña el n. 2 del decreto Presbiterorum Ordinis, del concilio Vaticano II:
«Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo, hizo a los obispos partícipes de su misma consagración y misión por medio de los Apóstoles de los cuales son sucesores. Estos han confiado legítimamente la función de su ministerio en diversos grados a diversos sujetos en la Iglesia».
«La función ministerial de los obispos, en grado subordinado, fue encomendada a los presbíteros para que, constituidos en el orden del presbiterado, fueran los colaboradores del Orden episcopal para realizar adecuadamente la misión apostólica confiada por Cristo».
«El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la autoridad con la que el propio Cristo construye, santifica y gobierna su Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los presbíteros supone ciertamente los sacramentos de la iniciación cristiana. Se confiere, sin embargo, por aquel sacramento peculiar que, mediante la unción del Espíritu Santo, marca a los sacerdotes con un carácter especial. Así quedan identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan actuar como representantes de Cristo Cabeza».
Los presbíteros,
– aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y
– dependan de los obispos en el ejercicio de sus poderes,
– están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y,
– en virtud del sacramento del Orden,
– quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza,
– a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote,
– para anunciar el Evangelio a los fieles,
– para dirigirlos y para celebrar el culto divino.
Los presbíteros
– en virtud del sacramento del Orden,
– participan de la universalidad de la misión confiada por Cristo a los apóstoles.
La ordenación los prepara
– sino para una misión amplísima y universal de salvación
– `hasta los extremos del mundo’
– dispuestos a predicar el evangelio por todas partes.
Su función sagrada la ejercen sobre todo
– en el culto o en la comunión eucarística.
En ella,
– actuando en la persona de Cristo y
– proclamando su Misterio,
– unen la ofrenda de los fieles
– al sacrificio de su Cabeza;
actualizan y aplican en el sacrificio de la misa
– el Sacrificio de la Nueva Alianza: el de Cristo.
De este sacrificio
– saca su fuerza todo su ministerio sacerdotal.
Los presbíteros
– forman con su obispo un único presbiterio;
– hacen presente de alguna manera a su obispo,
– al que están unidos con confianza y magnanimidad;
– participan en sus funciones y preocupaciones y
– las llevan a la práctica.
Los presbíteros
– sólo pueden ejercer su ministerio
– en dependencia del obispo y
– en comunión con él.
La promesa de obediencia
– que hacen al obispo en el momento de la ordenación y
– el beso de paz del obispo al fin de la liturgia de la ordenación significa
– que el obispo los considera como sus colaboradores,
– sus hijos, sus hermanos y sus amigos y que a su vez
– ellos le deben amor y obediencia.
EL SACRAMENTO DEL ORDEN (2DA PARTE).