El custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, presidió la celebración eucarística de la solemnidad de la Asunción de María en el Monte de los Olivos de Jerusalén, el jueves 15 de agosto. Animó a la gente a pedir el don de la paz al recitar una súplica especial a la Asunta.
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Reflexionó que María ascendió al cielo como profecía del mundo nuevo, aquel «que Dios quiere realizar», un mundo donde los humildes «puedan vivir en paz y los rehenes y prisioneros puedan volver con sus familias», donde nadie tenga que sufrir injusticia y hambre y la tierra en vez de ser «objeto de contienda y guerra», sea recibida como un don que hay que cuidar.
Patton realizó la súplica dirigida a María por la paz y por «una humanidad finalmente reconciliada». Sostuvo que al cantar el Magnificat María fue también profecía cuando pidió «que los soberbios sean dispersados en los pensamientos de sus corazones; que los poderosos sean derribados de sus tronos, y finalmente los humildes sean levantados…», del mismo modo que profecía fue Jesús en las Bienaventuranzas.
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