Cardenal Piacenza destaca «valor de indulgencias en camino de santificación»

El Penitenciario Mayor, Mauro Piacenza, reflexionó sobre la indulgencia desde un punto de vista doctrinal, histórico y espiritual-pastoral. «No es misericordia mentir sobre el pecado, y menos aún dejar a los fieles en estado de pecado por el temor del confesor al hablar a los fieles, como padre autorizado y médico solícito», indicó.

Cardenal Piacenza destaca «valor

El cardenal y Penitenciario Mayor, Mauro Piacenza, destaca «el valor de las indulgencias en el camino de la santificación», al reflexionar sobre la indulgencia desde un punto de vista doctrinal, histórico y espiritual-pastoral, en el marco del XXXIII Curso sobre el Foro Interno de la Penitenciaría Apostólica, que se celebra hasta el 24 de marzo próximo y está dirigido a sacerdotes y a quienes están a punto de recibir el orden sagrado.

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Aseveró que «desde demasiados sectores, las sirenas del mundo suenan al unísono para que la fe en Cristo resucitado se reduzca a un vago deísmo», una vaga «insinuación terapéutica, que vincula el juicio de la verdad y del bien, sólo al sujeto y al propio sentimiento cambiante». Explicó que la Iglesia es «la primera depositaria» de la abundancia de misericordia de Cristo, «perennemente actualizada y renovada en el sacramento de la Reconciliación». «Valiéndose de la autoridad apostólica que Cristo mismo le confirió, la Iglesia extrae sabia y prudentemente del tesoro de la Misericordia divina, no sólo el perdón de los pecados cometidos por los fieles después del Bautismo, sino también la remisión de las penas temporales inherentes a ellos», enfatizó Piacenza.

«Las indulgencias mantienen ciertamente un valor expiatorio, pero siempre es oportuno subrayar también su valor relacional, espiritual, y apoyar así el camino personal de santificación», aseguró, al reiterar que refuerzan la comunión de los santos, dado que son aplicables a nuestros hermanos difuntos, todavía en camino de purificación hacia la plena visión beatífica. «No es misericordia mentir sobre el pecado, y menos aún dejar a los fieles en estado de pecado por el temor del confesor al hablar a los fieles, como padre autorizado y médico solícito. Sólo una misericordia mal entendida, carente de realismo cristiano, puede abdicar de la gravísima tarea de juez y médico que Cristo confía a los Apóstoles y a sus sucesores. Que Cristo confía a todo confesor», ratificó.

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