El cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan José Omella, pidió que de modo especial «en este tiempo de Cuaresma y mientras dure el estado de alarma decretado por el gobierno, estemos cerca de las personas más vulnerables: nuestros mayores«, en una carta titulada ‘La epidemia de la soledad’, tras indicar que la soledad se extiende silenciosamente y ya afecta a una gran parte de la población occidental, en especial a los ancianos. En España, más de 850.000 personas mayores de 80 años viven solas.
«Tomando las precauciones exigidas por las autoridades sanitarias, ofrezcámonos a nuestros vecinos más vulnerables», exhortó el arzobispo de Barcelona, al indicar que «ayudar a los ancianos no es sólo un gran acto de amor, sino también una de las limosnas más exigibles a personas que ahora se ven limitadas por la edad o por la enfermedad». «¿Por qué no dedicamos 15 minutos diarios a llamar a aquellas personas solas que tenemos más cerca: una vecina de edad avanzada que vive sola, una tía-abuela que vemos muy de vez en cuando o, incluso, a nuestros padres?», preguntó el prelado, tras destacar la importancia de mantener este vínculo con los adultos mayores, en el contexto en el que nos encontramos por la pandemia por el COVID-19.
Omella explicó que «ofrecer nuestro tiempo es un precioso regalo, muy difícil de encontrar y de recibir», dado que «no es el obsequio más regalado, pero sí el más preciado», tras recordar que Francisco quiere que «nuestros mayores no sean descartados en nuestra sociedad». «Descubramos en la soledad de las personas y, en particular, de nuestros ancianos, una oportunidad para dar amor y recibirlo. Acompañémoslos y ayudémosles no solo durante estos días convulsos, sino siempre. Escuchemos sus historias, regalémosles nuestro tiempo», precisó el cardenal Omella, al referirse a las personas mayores.