LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
Por Juan María Gallardo.
a) El Padre, fuente y fin de la liturgia
San Pablo,
– en su carta a los efesios, reza:
– Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
– que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo;
– por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo,
– para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor;
– eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo,
– según el beneplácito de su voluntad,
– para alabanza de la gloria de su gracia (Ef 1,3-6).
Presentación de La liturgia, obra de la Santísima Trinidad
Bendecir es
– una acción divina
– que da la vida y
– cuya fuente es el Padre.
-Su bendición es
– palabra y don.
La respuesta del hombre será:
– adoración, entrega y acción de gracias a su Creador.
Desde el comienzo y
hasta la consumación de los tiempos,
– toda la obra de Dios es bendición.
Desde el principio,
– los autores inspirados anunciaron
– el designio de salvación
– como una inmensa bendición divina.
Desde el comienzo,
– Dios bendijo a los seres vivos,
– especialmente al hombre y la mujer.
La alianza con Noé
– renovó esta bendición,
– a pesar del pecado original.
A partir de Abraham
– la bendición divina penetra en la historia humana.
-Por la fe del ‘padre de los creyentes’
– que acogió la bendición
– se inauguró la historia de la salvación.
Las bendiciones divinas
– se manifiestan en acontecimientos maravillosos y salvadores:
– el nacimiento de Isaac,
– la salida de Egipto (Pascua y Exodo),
– el don de la Tierra prometida,
– la elección de David,
– la Presencia de Dios en el templo,
– el exilio purificador y
– el retorno de un ‘pequeño resto’.
La Ley,
los Profetas y
los Salmos
– que tejen la liturgia del Pueblo elegido
– recuerdan estas bendiciones divinas y
– responden a ellas
– con las bendiciones
– de alabanza y
– de acción de gracias.
En la Liturgia de la Iglesia,
– la bendición divina es
– plenamente revelada y comunicada.
El Padre
– es reconocido y adorado
– como la fuente y el fin
– de todas las bendiciones
– de la Creación y de la Salvación.
En su Verbo, encarnado,
muerto y resucitado
– el Padre
– nos colma de sus bendiciones
– y por él derrama en nuestros corazones
– el Don que contiene todos los dones: el Espíritu Santo.
La respuesta de la liturgia cristiana
– a las bendiciones espirituales
– tiene una doble dimensión.
Por una parte,
– la Iglesia bendice al Padre mediante
– la adoración,
– la alabanza y
– la acción de gracias.
Por otra parte,
– la Iglesia no cesa de
– presentar al Padre ‘la ofrenda de sus propios dones’ y
– de implorar que el Espíritu Santo venga
-sobre esta ofrenda,
-sobre ella misma,
-sobre los fieles y
-sobre el mundo entero,
-a fin de que
-por la comunión
-en la muerte y
-en la resurrección de Cristo-Sacerdote y
-por el poder del Espíritu
-estas bendiciones divinas
-den frutos de vida
-para alabanza de la gloria de su gracia.
b) La obra de Cristo en la liturgia
Cristo glorificado
Sentado a la derecha del Padre y
derramando el Espíritu Santo
sobre su Cuerpo
que es la Iglesia,
– Cristo actúa ahora
– por medio de los sacramentos,
– instituidos por Él
– para comunicar su gracia.
Los sacramentos son
– signos sensibles
– (palabras y acciones),
– accesibles a nuestra humanidad actual.
Realizan
– eficazmente la gracia que significan
– en virtud de la acción de Cristo y
– por el poder del Espíritu Santo.
En la Liturgia de la Iglesia,
– Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual.
Cuando llegó su Hora Jesús
– vivió su misterio pascual
– el único acontecimiento de la historia que no pasa:
– muere, es sepultado,
– resucita de entre los muertos y
– se sienta a la derecha del Padre.
-Es
– un acontecimiento real,
– sucedido en nuestra historia,
– pero absolutamente singular:
– todos los demás acontecimientos
– suceden una vez, y luego pasan
– y son absorbidos por el pasado.
El misterio pascual de Cristo
– no permanece solamente en el pasado,
– pues todo lo que hizo y padeció por los hombres
– participa de la eternidad divina
– y domina así todos los tiempos
– y en ellos se mantiene presente.
El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida.
… desde la Iglesia de los Apóstoles…
Como Cristo fue enviado por el Padre,
Él mismo envió a los Apóstoles
– para que realizaran la obra de salvación
– mediante el sacrificio y los sacramentos
– (Cfr. SC 6)
Cristo
– confió a los Apóstoles
– su poder de santificación.
Así,
se convirtieron en signos sacramentales de Cristo.
Luego
– ellos, por el poder del Espíritu Santo
– lo confiaron a sus sucesores.
Esta ‘sucesión apostólica’
– transmitida por el sacramento del Orden
– estructura toda la vida litúrgica de la Iglesia.
…está presente en la Liturgia terrena…
Nuestro Señor está presente en su Iglesia
-principalmente en los actos litúrgicos- y
– así lleva a cabo
– la dispensación o comunicación
– de su obra de salvación.
Está presente
– en el sacrificio de la misa
– en la persona del ministro y, sobre todo,
– bajo las especies eucarísticas.
Está presente
– en los sacramentos.
– Así, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza.
Está presente
– en su palabra.
– Él mismo habla cuando se lee la Sagrada Escritura.
Está presente
– cuando la Iglesia suplica y canta salmos.
– Donde están dos o tres congregados en mi nombre,
– allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20) prometió el Señor
Jesucristo ha querido asociarse a su esposa
-la Iglesia-
– cuando ella invoca a su Señor y
– por El rinde culto al Padre Eterno.
… que participa en la Liturgia celestial.
En la liturgia terrena
– pregustamos y participamos
– de la liturgia celestial que se celebra en el cielo.
Allí, Cristo está sentado a la derecha del Padre y,
con el ejército celestial y los santos podemos cantar
– un himno de gloria al Señor.
c) El Espíritu Santo y la Iglesia en la liturgia
En la Liturgia, el Espíritu Santo es
– el pedagogo de la fe y
– el artífice de los sacramentos.
La Liturgia es la obra común del Espíritu Santo y de la Iglesia.
El deseo del Espíritu es
– que vivamos de la vida de Cristo resucitado.
– Y, cuando encuentra respuesta, realiza su cooperación.
El Espíritu Santo:
– prepara la Iglesia para el encuentro con su Señor,
– hace presente y actualiza el misterio de Cristo y
– une la Iglesia a la vida y a la misión de Cristo.
Foto principal: Cathopic.
LA LITURGIA, OBRA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.